No les hizo caso...por whatsapp se cerró solo a los voluntarios. Compraron lo necesario y al día siguiente llegó el delivery. Guantes, máscaras y los trajes protectores descartables.
Quedaron para el sábado tipo once y media cuando volvía del hospital. El vigía del sexto dio la alerta: se había bajado del noventa y tres, estaba llegando. Avisó al grupo que se preparó. Bajaron todos por la escalera ya que el ascensor era foco de contagio,dejaron sin luz la entrada de afuera y el hall.
Ni bien entró le sujetaron los brazos por la espalda y le colocaron una bolsa de consorcio en la cabeza tapándole la cara. Le ataron las manos con esa cinta de embalar buena, luego lo mismo con la piernas.Quedó encapuchado e inmóvil. Los gritos nadie los escucharía, estaban pasando la final de Méjico. La Sra. del segundo le pegó en la cabeza con el martillo que se usa para ablandar las milanesas, varias veces hasta que se le fueron aflojando las piernas, mientras los demás le daban con lo que habían encontrado en la casa. El joven fue cayendo hasta quedar inmóvil. Don Anibal, el jubilado del contrafrente, le apoyó la oreja en el pecho:"Ya no late". Rápido los más fuertes cargaron el cuerpo y lo metieron en el contenedor, vaciaron el bidón de nafta y se sacaron los trajes y los tiraron también a la basura. Prendieron el fósforo...aparecieron las llamas y entraron en orden al edificio, mientras alguien del grupo decía:"Mirá qué le dijimos a ese hijo de puta que se fuera a otro lado!" "Los que laburan en los hospitales son muy peligrosos capaz que te infectan un edificio...te infectan".
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