- Antes de la cuarentena, su vida era una película en Eastman Color y Panavisión. Con un presupuesto ilimitado, incluía, millones de extras, piense lo que significa que todos los días los figurantes, sean distintos. Autos, trenes, colectivos, aviones y todos los vehículos imaginables. Ciudades, montañas, llanuras, lagos y mares, todos en decorados reales sin participación digital. Cambiaban permanentemente, aunque más no fuera en sutilezas, un nuevo florero, un cartel, la disposición de las mesas o la cartelera del teatro. Tenía efectos de lluvia, viento, calor, frio, sol, nubes, noches y días. Ser el guionista, director y actor principal a la vez, hacía que fuera difícil, mantener el foco de la trama. Aparte hay que reconocer que siendo una película tan larga, es difícil mantener las expectativas y la tensión en la obra. Hoy está arrepentido de no haberles dado más bolos a ciertas personas o personajes que podrían haber enriquecido mucho su vida.
- Dentro de la película principal, había otras pequeñas obras, como si el director fuera Wim Wenders. La imagen de la muchacha en bicicleta con la pollera corta flotando, que vio pasar desde la ventana del auto o la discusión de la pareja, donde parece que él le va a pegar y ella no se achica y le grita más. Había piezas, que podían durar desde cinco segundos hasta horas, siempre teniendo inicio, desarrollo y fin en sí mismo, como si la cámara recreara una historia dentro de otra.
- Desde que lo pusieron en cuarentena, su vida es una obra de teatro. Un unipersonal, que transcurre en 4 decorados, aunque incluye las proyecciones de cuando sale a hacer las compras. Con pocos diálogos, salvo las conversaciones por teléfono, con actores a los que nunca se los ve. Un vestuario reducido, no tiene sentido hacer tanto cambio, en el teatro no se hacen y con una temática que no tiene el atractivo de los treinta. Ahora se da cuenta que lo más importante es el guión y tiene que hacer algo urgente si quiere que la obra sea atractiva, porque el único espectador siempre fue el.
- No ve la hora de volver a filmar.
Hace mucho, mucho tiempo… El sentido común había desaparecido, nadie podía encontrarlo, la libertad estaba en aislamiento social preventivo, la responsabilidad se sentía amenazada, buscaba culpables y no los podía identificar. Los sentidos entraron en pánico. El olfato se convirtió en una verdadera estrella, todos lo querían testear. Al tacto le recomendaron mayor higiene y estricta cuarentena de caricias. A los ojos los ocultaron para protegerlos, solo obtuvieron permiso de pantallas. El oído quedó tapado de malas noticias. El gusto tuvo revancha, todos querían deleitarse con él. Las últimas noticias dicen que nos achicamos para agrandarnos, nos despojamos para enriquecernos, nos alejamos para juntarnos más que nunca. La cordura intentó dominar la locura para volver a la normalidad, no consiguió adhesión, ya nadie sabía si era lo más recomendable. Las dudas existenciales afloraban y crecían por todos lados. Llenaban los parques y las plazas. El caos agazapado miraba y s...
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