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Encuentros en el aislamiento

1

La primera vez que la vio fue en la panadería francesa de juramento. La vuelta larga, 5 cuadras de ida, 5 de vuelta. Un kilómetro.  Se miraron cómplices, ella salió primero. Ya en la vereda, él busco con la vista, no la vio y se arrepintió de no haber hecho nada.
A las nueve, fue al balcón como todos los días, para aplaudir, una forma de sentirse acompañado. En la ventana del tercer piso del edificio de enfrente, la vio. Ella tardo en reparar en él, pero cuando lo hizo, fue tan elocuente, que se fue a dormir con una sensación de felicidad desconocida.
Los días siguientes fueron de esperas interminables y acciones como mínimo temerarias, como cuando grito a través de la calle, para pasarle su celular. 
Hoy es el día donde  ella va a romper la cuarentena y yo la espero con riñoncitos al vino blanco y fondue de chocolate de postre.

2

Alba venía todas las tardecitas y se iba a la mañana después de desayunar. Desde sus 55 años se reía cuando decía que si le preguntaban que hacía respondería – Voy a cuidar al anciano del quinto B –
La primera señal se la dio su vecina cuando se encontró sacando la basura y le dijo – Todos los días vemos entrar y salir de su casa a una mujer que no es del edificio, usted no está cumpliendo al cuarentena – remató, dio media vuelta y entro velozmente a su departamento, como si el simple hecho de estar cerca la contagiara.
Cuando baje para ir a la panadería francesa, me encontré con Mario del tercero y me dice – Lindo despelote tenes armado en el edificio, empezaron las mujeres, se agregaron algunos hombres, se convirtió en una discusión dentro de las casas y hoy hacen una gran reunión para ver si te denuncian o que acción emprenden contra vos y tu amante, así la llaman – 
En la reunión quedaron claras dos posturas inmediatamente. La del vecino del 6 A, que sostenía que al ser una persona mayor estaba bien que viniera una persona a cuidarme todos los días y la de mi vecina del 5 A que sostenía que las visitas eran el encuentro de dos amantes, para lo cual daba testimonio de haber escuchado música romántica, risas y gemidos que ni siquiera habíamos tenido la delicadeza de disimular. La vecina del 7 B que había llegado hacia 6 días de España, tosía mucho. Es por el pucho decía.

Cuando se detectó el 3 infectado y se hizo la trazabilidad, descubrieron que la reunión se había llevado a cabo, en el 5 A, funciono como detonador del virus. Todos los que participaron estaban infectados. El edificio fue puesto en cuarentena y no dejaron salir a nadie. Las señoras quedaron satisfechas porque Alba ya no podía entrar.

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