El 23 de abril, en medio del COVID-19 decido salir
de compras por el barrio, desafiando la prohibición.
Pensé, a mi edad que me pueden hacer.
Si bien es cierto que a una vieja por salir a tomar
sol, sin consultar al 147 (teléfono para solicitar autorización, para los
adultos mayores, mas conocidos como viejos), la casaron de los pelos, es un
decir, y la llevaron hasta su departamento.
Decidido salir sin permiso, me vestí con la ropa de
calle, me puse la escafandra que me arme y listo, salí.
Ingresé al ascensor, contento y desafiante, con mis
ochenta años.
Me pregunto ¿ A ver, quien me va a parar?
Ansioso, oprimo el botón de Planta Baja, recorro los
20 pisos que me separan de mi liberta.
En el piso 18 me percato de un cartel pegado en el
espejo, el que informa: “Estimados vecinos se ha confirmado un caso de……”
Se me heló la sangre, casi en un grito, dije:
- Entró el Corona al edificio.
No podía seguir leyendo, la angustia se apodero de
mí.
Transcurridos unos instantes tome valor y continué
con la lectura ….. “ DENGUE”
No pude contener, un grito de alegría.
Comencé a transpirar por la emoción.
Grito:
- Vamos carajo, arriba la Argentina, lo cagamos al
corona.
- Sí señor, compre argentino.
- Nada de importado, todo nacional.
- Acá te la pusimos, Corona .
- Si quieres mas, tenemos el ZIKA Y EL CHIKUNGUÑA,
todos traídos especialmente de Africa, para vos.
Pasados algunos segundos de euforia y triunfalismo
berreta, observo que estoy en el 7º piso.
Desesperado, razono, deje el departamento con todas las ventanas
abiertas, para que se ventile.
En un arrebato, abro la puerta y logro detener el
ascensor, oprimo el piso 20, nada sigue bajando.
Grito:
- Me van a invadir los mosquitos de la reserva
ecológica .
No pude doblegar a la puta computadora del ascensor
que suavemente se detuvo en la planta baja. No me daban los dedos para oprimir
el 20 y llegar a mi departamento. En el ascenso pensé en los pasos a seguir al
llegar.
Abrí la puerta con gran nerviosismo. Llegué al
dormitorio y tan rápido como pude, cerré las ventanas corredizas y bajé la
persiana de madera. Lo mismo con todas aberturas restantes.
Estaba agotado pero feliz.
Revisé cada ambiente en busca de los posibles
mosquitos, pero nada, no había señales de ellos.
Satisfecho por el logro obtenido, me senté a
descansar.
La alegría me duró poco, levanto la mirada del piso
y grito:
- “El Corona”.
En una actitud desenfrenada, abro todo lo que había
cerrado y dije a viva voz:
- Porque el Corona no me va a ganar.
Consiente de lo que grite, volví a cerrar todo……..
Luego abrí todo nuevamente………..
Inmediatamente
cerré todas las aberturas………….
Transcurrieron varias horas..
Afortunadamente, la solidaridad de mis
vecinos, al escuchar semejante escandalo y gritos, llamaron al 147.
Llegó la ambulancia, me sedaron.
Acá estoy, en una suite para mi solo.
Lo único que me incomoda es el chalequito que me
pusieron.
Parezco un matambre, todo envuelto y apretadito.
Eso si, muy limpito y sin ninguna pandemia.
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Jorge Souto
26-04-2020
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