Aprovechando
mis vacaciones, fui a pasar las festividades de Pascuas con mi primo y su
esposa.
Ellos
se habían mudado a un hermoso barrio cerrado. Estaba rodeado de tres canales y
una avenida importante. Tenía un sector protegido por el Estado. Era un pequeño
bosque, muy añoso. Allí, en ese lugar natural, pernoctaban un enorme grupo de aves
nativas. Según me comentaba mi primo,
allí también anidaban todos los años.
Yeyi me
comento que cuando alguien los visitaba, ella revivía, se sentía alegre y
vivaz, ya que solía extrañar mucho a la familia.
Los vecinos
del frente de su casa, vinieron de
visita a tomar el te.
El
señor joven deportista y muy elegante su señora hermosa mujer, rubia, alta y con un lomo infernal.
Comentó,
que tenían la costumbre de esconder una cantidad de huevos duros pintados de
distintos colores. Los ocultaban, dentro de la casa y debajo de las plantas del
jardín, con el propósito de que sus tres niños los encontraran.
Para la
recolección de cada uno de los ellos, les destinaban una canastas de mimbre con
telas pintadas de diferentes colores. El que encontraba mas huevos y los
colocaba dentro de su canasto, tenia un premio.
Les
pregunte cuantos hijos tenían y cual eran sus edades.
Solo tres
niños, la mayor de 11 años, la del medio 9 años y el tercero solo de 4 años. La
señora, muy simpática acotó, el pequeño, es nuestro benjamín, llego sin aviso.
Por
curiosidad pregunto, si por la diferencia de edad, no habría por lógica una
ganadora. Ella me comento que en años anteriores se alternaban las dos nenas.
La novedad era que a la mañana del otro día, participaría el también niño.
Nos
invitaron a observar el espectáculo de la búsqueda, alentando a los niños a que
encontraran los huevos.
Como suelo
levantarme temprano, salí al jardín para presenciar el evento junto con mis
primos.
Los
vecinos salieron al poco rato, nos saludaron con sus manos, y comenzaron a
esconder los huevos en su jardín del frente y algunos pocos en los costados de
su casa.
A media
mañana se escucho un revuelo de los niños queriendo salir a buscar los huevos y
los padres obligándolos a desayunar.
El
señor salió a la puerta sonriente y nos grito:
- Va a comenzar el juego.
En
primer lugar apareció como un tromba el pelirrojo, detrás sus hermanas.
Rápidamente
ellas comenzaron a encontrar huevos. Exhibían los que encontraban y a los gritos mencionaban
sus hermosos colores.
El
pelirrojo, que corría de un lado hacia el otro y lloraba por no encontrar
ninguno, me enterneció.
Me paré
con los brazos cruzados sobre mi pecho, al borde de la calle, que nos separaba
del jardín de su casa, observando la escena. Cuando el niño estuvo cerca mío lo
chiste. El se detuvo en seco, me miró, con mi mano derecha le señale la planta que estaba a su lado.
Inmediatamente bajo la mirada y encontró el huevo. A los gritos salió corriendo
y lo deposito en su canastita.
Los
papás lo alentaban a que buscara mas. Se paró junto a otra planta y me miró. Con mi
mano derecha le señale mas atrás y le indico el suelo. Se tiro casi de cabeza y
encontró dos huevos junto a un gran macetero. El, gritó muy fuerte de alegría.
Corrió
hasta su canastita y los depositó en ella.
Los
padres que contaban los huevos de cada canasta. observaron que su hijo estaba
ganando.
Las
hermanas se enojaron. De la búsqueda pausada y tranquila comenzaron a correr.
El colorado parecía loco, corriendo de un lado para el otro encontrando huevos,
con mi inestimable ayuda.
Mi
primo estaba serio. Mi prima comenzó a sonreír.
Como
siempre las madres buscan una explicación al inesperado comportamiento de su
hijo, pero al ver la expresión de YEYI,
se percató de mi ayuda.
Ni el
padre, ni las chicas se habían dado cuenta de la colaboración que le había
dado.
La
señora le susurro a su esposo, que yo lo había ayudado.
Mi
primo de serio paso a estar preocupado.
- Le
enseñaste a hacer trampa, me dijo.
- Te
broto el argentino.
- De
ninguna manera, ellos enfrentaron al niño contra sus dos hermanas, con experiencia
en este juego y con mucha más edad para discernir.
Solo
empareje la contienda.
- Si
claro, acoto mi primo, ahora el vecino se las va a agarra con nosotros y nos va
a reprender.
- No te
hagas problema, déjamelo a mí.
- Vos
estas loco, yo me quedo a vivir acá. Vos te vas.
Al terminar el juego, el colorado había ganado
por un huevo a sus dos hermanas que habían empatado entre ellas. La alegría de
ese niño era enorme, cruzo la calle con su canasta y se la dio a mi prima que
lo felicitaba y alababa.
En ese
momento, el niño se dio vuelta, corrió hacia mi, se colgó de mi cuello y me dio
un abrazo y un beso enorme.
El
señor miró a su esposa sorprendido, me miro y esbozo una sonrisa.
Para mi
fueron una pascuas muy emocionantes.
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12-04-2020
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