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Pascuas en Miami

Aprovechando mis vacaciones, fui a pasar las festividades de Pascuas con mi primo y su esposa.
Ellos se habían mudado a un hermoso barrio cerrado. Estaba rodeado de tres canales y una avenida importante. Tenía un sector protegido por el Estado. Era un pequeño bosque, muy añoso. Allí, en ese lugar natural, pernoctaban un enorme grupo de aves nativas. Según me comentaba mi primo,  allí también anidaban todos los años.
Yeyi me comento que cuando alguien los visitaba, ella revivía, se sentía alegre y vivaz, ya que solía extrañar mucho a la familia.
Los vecinos del frente de su casa, vinieron  de visita a tomar el te.   
El señor joven deportista y muy elegante su señora hermosa mujer,  rubia, alta y con un lomo infernal.  
Comentó, que tenían la costumbre de esconder una cantidad de huevos duros pintados de distintos colores. Los ocultaban, dentro de la casa y debajo de las plantas del jardín, con el propósito de que sus tres niños los encontraran.
Para la recolección de cada uno de los ellos, les destinaban una canastas de mimbre con telas pintadas de diferentes colores. El que encontraba mas huevos y los colocaba dentro de su canasto, tenia un premio.
Les pregunte cuantos hijos tenían y cual eran sus edades.
Solo tres niños, la mayor de 11 años, la del medio 9 años y el tercero solo de 4 años. La señora, muy simpática acotó, el pequeño, es nuestro benjamín, llego sin aviso.
Por curiosidad pregunto, si por la diferencia de edad, no habría por lógica una ganadora. Ella me comento que en años anteriores se alternaban las dos nenas. La novedad era que a la mañana del otro día, participaría el también niño. 
Nos invitaron a observar el espectáculo de la búsqueda, alentando a los niños a que encontraran los huevos.
Como suelo levantarme temprano, salí al jardín para presenciar el evento junto con mis primos.
Los vecinos salieron al poco rato, nos saludaron con sus manos, y comenzaron a esconder los huevos en su jardín del frente y algunos pocos en los costados de su casa.
A media mañana se escucho un revuelo de los niños queriendo salir a buscar los huevos y los padres obligándolos a desayunar.
El señor salió a la puerta sonriente y nos grito:
-  Va a comenzar el juego.
En primer lugar apareció como un tromba el pelirrojo, detrás sus hermanas.
Rápidamente ellas comenzaron a encontrar huevos. Exhibían  los que encontraban y a los gritos mencionaban sus hermosos colores.
El pelirrojo, que corría de un lado hacia el otro y lloraba por no encontrar ninguno, me enterneció.
Me paré con los brazos cruzados sobre mi pecho, al borde de la calle, que nos separaba del jardín de su casa, observando la escena. Cuando el niño estuvo cerca mío lo chiste. El se detuvo en seco, me miró, con mi mano derecha  le señale la planta que estaba a su lado. Inmediatamente bajo la mirada y encontró el huevo. A los gritos salió corriendo y lo deposito en su canastita.
Los papás lo alentaban a que buscara mas.   Se paró junto a otra planta y me miró. Con mi mano derecha le señale mas atrás y le indico el suelo. Se tiro casi de cabeza y encontró dos huevos junto a un gran macetero. El, gritó muy fuerte de alegría.
Corrió hasta su canastita y los depositó en ella.
Los padres que contaban los huevos de cada canasta. observaron que su hijo estaba ganando.
Las hermanas se enojaron. De la búsqueda pausada y tranquila comenzaron a correr. El colorado parecía loco, corriendo de un lado para el otro encontrando huevos, con mi inestimable ayuda.
Mi primo estaba serio. Mi prima comenzó a sonreír.
Como siempre las madres buscan una explicación al inesperado comportamiento de su hijo, pero al ver la expresión de  YEYI, se percató de mi ayuda.
Ni el padre, ni las chicas se habían dado cuenta de la colaboración que le había dado.
La señora le susurro a su esposo, que yo lo había ayudado.

Mi primo de serio paso a estar preocupado.
- Le enseñaste a hacer trampa, me dijo.
- Te broto el argentino.
- De ninguna manera, ellos enfrentaron al niño contra sus dos hermanas, con experiencia en este juego y con mucha más edad para discernir.
Solo empareje la contienda.
- Si claro, acoto mi primo, ahora el vecino se las va a agarra con nosotros y nos va a reprender.
- No te hagas problema, déjamelo a mí.
- Vos estas loco, yo me quedo a vivir acá. Vos te vas.

Al  terminar el juego, el colorado había ganado por un huevo a sus dos hermanas que habían empatado entre ellas. La alegría de ese niño era enorme, cruzo la calle con su canasta y se la dio a mi prima que lo felicitaba y alababa.
En ese momento, el niño se dio vuelta, corrió hacia mi, se colgó de mi cuello y me dio un abrazo y un beso enorme.
El señor miró a su esposa sorprendido, me miro y esbozo una sonrisa.
Para mi fueron una pascuas muy emocionantes.


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12-04-2020





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